Sherlock Holmes: Juego de Sombras
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La
fórmula infalible de dos hombres que conjugan aventura, misterio e inteligencia
en una segunda parte que escapa al dicho popular
Redacción: Luciana Fernández Verbena
Redacción: Luciana Fernández Verbena
_ Sherlock Holmes es una de las figuras más representadas de la historia del séptimo arte. La obra de Arthur Conan Doyle sirvió de inspiración a varios directores y guionistas, que hicieron adaptaciones o basaron sus personajes detectivescos en la capacidad deductiva e intuitiva de Holmes. Junto con el personaje nació la novela policial que hoy conocemos tanto en el ámbito literario como en el cinematográfico.
Luego de una primera entrega excepcional de Sherlock Holmes, el director Guy Ritchie hizo oídos sordos al dicho popular “las segundas partes siempre son malas” y estrenó Sherlock Holmes: Juego de sombras, la segunda de lo que parece ser una saga, que llegará a las salas argentinas el 12 de enero. Al elenco de la película anterior, sumó nuevos personajes tales como el hermano mayor de Holmes y la gitana adivina. Si bien aún existe un gran misterio alrededor de la trama, lo que adelantó Ritchie es que será una historia contemporánea, con un concepto parecido al de Batman Begins. Todo parece indicar que se mantiene la combinación de humor, acción y diversión.
En esta segunda parte, Sherlock (Robert Downey Jr.) investiga un par de crímenes alrededor de Europa que aparentemente no tienen relación entre sí. Aunque, como es de esperarse, el detective ya conoce la asociación y todos tienen que ver nada más ni nada menos que con el inescrupuloso Profesor Moriarty (Jared Harris). De acuerdo con Holmes, Moriarty es "El Napoleón del crimen, […] el organizador de la mitad de los villanos y de todo lo que queda impune en esta gran ciudad […]un genio, un filósofo y verdadero pensador. Tiene un cerebro de primera clase. […] Le gusta idear planes. Pero sus agentes son innumerables y maravillosamente organizados". La aventura comienza cuando Moriarty nota que Irene Adler (Rachel McAdams) ya no le sirve a sus propósitos y decide quitársela de encima. Mientras tanto, Holmes, su hermano Mycroft (Stephen Fry) y Watson se van a festejar su despedida de soltero. Allí, accidentalmente, salvan a otra víctima intencionada de Moriarty llamada Sim (Noomi Rapace), una gitana que adivina el futuro y los acompañará hasta el final de la película. Cuando Holmes logra enfrentarse cara a cara con Moriarty, éste lo amenaza con matar a Watson. Allí es donde el antihéroe toca el punto débil de Holmes y comienzan a entretejerse decisiones impulsivas teñidas por el afecto que le tiene a su compañero, provocando que Holmes, cegado por el odio y el miedo, se equivoque, demostrando al espectador que no es infalible y que es humano.
Claro es que este Sherlock Holmes moderno no se parece demasiado a la descripción de Arthur Conan Doyle en Estudio en escarlata:
“Su estatura sobrepasaba los seis pies, y era tan extraordinariamente enjuto, que producía la impresión de ser aún más alto. Tenía la mirada aguda y penetrante, [...] y su nariz, fina y aguileña, daba al conjunto de sus facciones un aire de viveza y de resolución”.
Sin embargo, Robert Downey Jr. cumple con todas las condiciones atléticas para representar al “experto boxeador y esgrimista de palo y espada" del texto original y Ritchie es el primero en destacar estas cualidades de Holmes, personaje que a menudo se lo ilustra con un sombrero de cazador que jamás usó.
Si existe algo en estas películas que hacen la diferencia son las escenas de pelea: Holmes utiliza su capacidad deductiva, pone en juego sus conocimientos en anatomía humana y ejecuta los movimientos planeados a la perfección, sin dejar respiro al oponente, por más que sea un titán de dos metros y 150 kilos. Esa perspicacia del personaje de Doyle está latente a lo largo de la película, mantiene al espectador atento y genera en la audiencia la necesidad de competir contra Holmes para deducir el caso primero. Por todas esas cosas, la de Ritchie es quizás la mejor representación que se haya hecho de Sherlock Holmes.
¡Prepárense para ir a ver una película llena de peligros, emoción, suspenso y mucho ingenio!
Luego de una primera entrega excepcional de Sherlock Holmes, el director Guy Ritchie hizo oídos sordos al dicho popular “las segundas partes siempre son malas” y estrenó Sherlock Holmes: Juego de sombras, la segunda de lo que parece ser una saga, que llegará a las salas argentinas el 12 de enero. Al elenco de la película anterior, sumó nuevos personajes tales como el hermano mayor de Holmes y la gitana adivina. Si bien aún existe un gran misterio alrededor de la trama, lo que adelantó Ritchie es que será una historia contemporánea, con un concepto parecido al de Batman Begins. Todo parece indicar que se mantiene la combinación de humor, acción y diversión.
En esta segunda parte, Sherlock (Robert Downey Jr.) investiga un par de crímenes alrededor de Europa que aparentemente no tienen relación entre sí. Aunque, como es de esperarse, el detective ya conoce la asociación y todos tienen que ver nada más ni nada menos que con el inescrupuloso Profesor Moriarty (Jared Harris). De acuerdo con Holmes, Moriarty es "El Napoleón del crimen, […] el organizador de la mitad de los villanos y de todo lo que queda impune en esta gran ciudad […]un genio, un filósofo y verdadero pensador. Tiene un cerebro de primera clase. […] Le gusta idear planes. Pero sus agentes son innumerables y maravillosamente organizados". La aventura comienza cuando Moriarty nota que Irene Adler (Rachel McAdams) ya no le sirve a sus propósitos y decide quitársela de encima. Mientras tanto, Holmes, su hermano Mycroft (Stephen Fry) y Watson se van a festejar su despedida de soltero. Allí, accidentalmente, salvan a otra víctima intencionada de Moriarty llamada Sim (Noomi Rapace), una gitana que adivina el futuro y los acompañará hasta el final de la película. Cuando Holmes logra enfrentarse cara a cara con Moriarty, éste lo amenaza con matar a Watson. Allí es donde el antihéroe toca el punto débil de Holmes y comienzan a entretejerse decisiones impulsivas teñidas por el afecto que le tiene a su compañero, provocando que Holmes, cegado por el odio y el miedo, se equivoque, demostrando al espectador que no es infalible y que es humano.
Claro es que este Sherlock Holmes moderno no se parece demasiado a la descripción de Arthur Conan Doyle en Estudio en escarlata:
“Su estatura sobrepasaba los seis pies, y era tan extraordinariamente enjuto, que producía la impresión de ser aún más alto. Tenía la mirada aguda y penetrante, [...] y su nariz, fina y aguileña, daba al conjunto de sus facciones un aire de viveza y de resolución”.
Sin embargo, Robert Downey Jr. cumple con todas las condiciones atléticas para representar al “experto boxeador y esgrimista de palo y espada" del texto original y Ritchie es el primero en destacar estas cualidades de Holmes, personaje que a menudo se lo ilustra con un sombrero de cazador que jamás usó.
Si existe algo en estas películas que hacen la diferencia son las escenas de pelea: Holmes utiliza su capacidad deductiva, pone en juego sus conocimientos en anatomía humana y ejecuta los movimientos planeados a la perfección, sin dejar respiro al oponente, por más que sea un titán de dos metros y 150 kilos. Esa perspicacia del personaje de Doyle está latente a lo largo de la película, mantiene al espectador atento y genera en la audiencia la necesidad de competir contra Holmes para deducir el caso primero. Por todas esas cosas, la de Ritchie es quizás la mejor representación que se haya hecho de Sherlock Holmes.
¡Prepárense para ir a ver una película llena de peligros, emoción, suspenso y mucho ingenio!