Cuanto más conozco a las personas, más quiero a mi perro
Los “malos” del cine siempre tienen su merecido. Yo me pregunto, ¿por qué en la vida real no es así? En las películas, los malos mueren atropellados por un tren, aplastados contra el asfalto o juzgados a cadena perpetua por un juez implacable e incorruptible.
Escribe: Luciana Fernández Verbena
Escribe: Luciana Fernández Verbena
En el mundo hollywodense los “malos como la peste” son árabes que usan grandes turbantes, o mexicanos con bigotes largos como Danny Trejo en Machete, rusos como Iván Drago de Rocky o negros musculosos del Bronx. Algunos tienen mucho dinero, otros son simples lacayos del que lo tiene. Suelen ser adoradores del diablo, violadores, antisemitas, pedófilos; en resumen, la peor lacra. En la realidad existe todo eso y más. Hay mucha maldad, se ve todo el tiempo, en la calle, en la televisión, hay peleas, gritos, los que se hacen los tontos cuando ven ciegos que quieren cruzar, mamás que se atragantan con un alfajor mientras sus hijos se mueren de hambre. Y ahí no logro ver a los malísimos rusos, negros, turcos o mexicanos que veo en las películas de Tarantino, Nolan o Scorsese. Veo una sociedad que sigue tomando un camino bastante equivocado.
Luego de haberme percatado de que todo lo que veo en Hollywood no es cierto, voy a aprovechar para pedirle disculpas a todos aquellos que agredí pensando que eran “malos” de las pelis: primero empiezo por mi cuñado, que es mexicano, le hice una llave de karate cuando se me acercó para saludar. También quiero disculparme con la gente de la embajada de Turquía, voy a devolverle el turbante al embajador, lo prometo. Al chico negro aceituna que vende los relojes con piedras, realmente le pido mil perdones, no quería robarles la mercadería, sólo pensé que se trataba de las piedras preciosas que trafican en Sierra Leona, como había visto en Diamantes de sangre.
Más allá de mi confusión de personajes, hay dos cosas que logro rescatar del cine hollywoodense y donde, a mi parecer, no se equivoca:
1- En las películas suele haber un perro que nos salva de morir de alguna manera trágica, el cine nos enseña eso. Los perros siempre detectan al bandido, le ladran y, en el peor de los casos, lo muerden. Entonces, decidí que tener un perro sería la mejor decisión que podría tomar para alejar a las malas personas, los malos amigos y, por qué no, a los malos hábitos. Entonces me puse a analizar las razas que más aparecen en las películas: el Collie que hacía de Lassie es buena propuesta, igual que el San Bernardo, que se veía en la famosa película de los 90’ Beethoven. O podría ser un perro policía como el de Will Smith en Soy leyenda. Probablemente deje de tener muchos amigos pero sabré quienes realmente me quieren o descubriré quienes le tienen miedo a los perros.
2- Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia: el malo siempre tarda en morir, un caso clásico es Atracción Fatal. Cuando el "bueno" decide dejarlo medio atontado, el malo se levanta con un puñal y se abalanza sobre el personaje principal para matarlo por la espalda. En la vida real pasa casi lo mismo. Por suerte, no todos usan puñal, la mayoría usan palabras. No cualquiera sabe usarlas, pero está en el poder de todos.
Conclusión:
¿Tendría que comprarme un perro y alejarme de los negros, turcos y hombres barbudos con cicatrices en la cara? ¿Evitar darme la vuelta cuando mi perro le ladró a alguien? ¿No arrepentirme si tengo la oportunidad de matar a mi enemigo? ¿Lo dejo vivir si total la vida se va a tomar revancha? Son muchos interrogantes y casi ninguna respuesta. Mientras tanto, seguiré mirando películas de acción, thrillers y suspenso para entrenarme y saber qué hacer cuando la oportunidad se me presente. El mal nos acecha todo el tiempo, es por esto que dejo una sabias palabras que escuche decir a Sylvester Stallone en Rambo II, un ícono del género: "Para sobrevivir en la guerra, debes convertirte en la guerra".
Luego de haberme percatado de que todo lo que veo en Hollywood no es cierto, voy a aprovechar para pedirle disculpas a todos aquellos que agredí pensando que eran “malos” de las pelis: primero empiezo por mi cuñado, que es mexicano, le hice una llave de karate cuando se me acercó para saludar. También quiero disculparme con la gente de la embajada de Turquía, voy a devolverle el turbante al embajador, lo prometo. Al chico negro aceituna que vende los relojes con piedras, realmente le pido mil perdones, no quería robarles la mercadería, sólo pensé que se trataba de las piedras preciosas que trafican en Sierra Leona, como había visto en Diamantes de sangre.
Más allá de mi confusión de personajes, hay dos cosas que logro rescatar del cine hollywoodense y donde, a mi parecer, no se equivoca:
1- En las películas suele haber un perro que nos salva de morir de alguna manera trágica, el cine nos enseña eso. Los perros siempre detectan al bandido, le ladran y, en el peor de los casos, lo muerden. Entonces, decidí que tener un perro sería la mejor decisión que podría tomar para alejar a las malas personas, los malos amigos y, por qué no, a los malos hábitos. Entonces me puse a analizar las razas que más aparecen en las películas: el Collie que hacía de Lassie es buena propuesta, igual que el San Bernardo, que se veía en la famosa película de los 90’ Beethoven. O podría ser un perro policía como el de Will Smith en Soy leyenda. Probablemente deje de tener muchos amigos pero sabré quienes realmente me quieren o descubriré quienes le tienen miedo a los perros.
2- Cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia: el malo siempre tarda en morir, un caso clásico es Atracción Fatal. Cuando el "bueno" decide dejarlo medio atontado, el malo se levanta con un puñal y se abalanza sobre el personaje principal para matarlo por la espalda. En la vida real pasa casi lo mismo. Por suerte, no todos usan puñal, la mayoría usan palabras. No cualquiera sabe usarlas, pero está en el poder de todos.
Conclusión:
¿Tendría que comprarme un perro y alejarme de los negros, turcos y hombres barbudos con cicatrices en la cara? ¿Evitar darme la vuelta cuando mi perro le ladró a alguien? ¿No arrepentirme si tengo la oportunidad de matar a mi enemigo? ¿Lo dejo vivir si total la vida se va a tomar revancha? Son muchos interrogantes y casi ninguna respuesta. Mientras tanto, seguiré mirando películas de acción, thrillers y suspenso para entrenarme y saber qué hacer cuando la oportunidad se me presente. El mal nos acecha todo el tiempo, es por esto que dejo una sabias palabras que escuche decir a Sylvester Stallone en Rambo II, un ícono del género: "Para sobrevivir en la guerra, debes convertirte en la guerra".