Subway to Hell: el subte es la puerta al infierno
Todas las mañanas me levanto, camino un par de cuadras revitalizadoras previas a la zambullida al submundo. Al bajar las lúgubres escaleras, el Sol va desapareciendo y nos encontramos con la luz artificial, triste y amarilla que nos da la bienvenida a la estación de subte. Allí es donde armé mi teoría. Para mi, debe ser los más parecido a la puerta del infierno.
Redacción: Luciana Fernández Verbena
Redacción: Luciana Fernández Verbena
Una vez bajadas las escaleras, tomamos el diario gratuito apoyado en algún tacho de basura para que nos haga compañía durante el largo pero rápido viaje al centro de la Capital. Lo hojeamos, leemos: un perro ganó el Oscar por mejor actuación dramática, un adolescente mató y descuartizó a sus once hermanos con un cuchillo de cortar fiambre o declaraciones de algún político perdido anunciando que la ciudad dejará de inundarse en el 2050. En la medida que el viaje transcurre, nos damos cuenta de que el calor nos está sofocando. Sentimos la gota de sudor que nos cae por la espalda y asquerosamente nos refresca.
Luego de leídas todas estas interesantísimas noticias, nos encontramos con que nos faltan siete estaciones oscuras, feas y largas. El tiempo no pasa ahí abajo, parece que estamos hace una eternidad junto con Hitler, Freddy Krueger, Jason y el Payaso IT... EN EL INFIERNO. Encima de todo eso, que ya es bastante abominable, este inframundo nos presenta la más viva representación de los siete pecados capitales. Muchos podrán pensar que soy una exagerada, pero por favor, lean y piénsenlo un minuto:
Luego de leídas todas estas interesantísimas noticias, nos encontramos con que nos faltan siete estaciones oscuras, feas y largas. El tiempo no pasa ahí abajo, parece que estamos hace una eternidad junto con Hitler, Freddy Krueger, Jason y el Payaso IT... EN EL INFIERNO. Encima de todo eso, que ya es bastante abominable, este inframundo nos presenta la más viva representación de los siete pecados capitales. Muchos podrán pensar que soy una exagerada, pero por favor, lean y piénsenlo un minuto:
Ira
Empujones para ver quién gana el único asiento libre, gritos entre los que suben y los que bajan, peleas entre los que ya subieron, y no dejan respirar al resto que quedó atrapado en el medio del vagón entre mucha pero mucha gente. Embarazadas, ancianos, lisiados viajan parados todos los días, sin que nadie les ceda el asiento. Envidia Toda la gente que viaja parada, con dolor de pies, de cabeza, con sueño, envidia profundamente a todos aquellos que consiguieron lugar antes que ellos y tienen la certeza de que ellos se merecen más el asiento que el que está sentado. Gula Al viajar todos los días en el inframundo, inevitablemente caemos en la tentación. Nos compramos un paquete de galletitas “para el viaje”, unas papas fritas, caramelos o le hacemos una compra “caritativa” al chico que vende cosas de panadería para una fundación de ciegos anónimos. En el camino, vamos comiéndonos de todo. La pregunta es: ¿tenemos tanta hambre? O ¿podíamos esperar a llegar a casa? La respuesta es simple: SI, podíamos esperar a llegar a casa, pero es más fuerte el deseo. Lujuria Viajamos apretados, uno al lado del otro, sin poder movernos. Estamos aprisionados: hombres, mujeres, ancianos. Todos en la misma condición de vaca yendo al matadero. Hasta que algún desubicado decide “apoyarse” en la persona de adelante porque está más cómodo, por ejemplo. Pereza Bien, ¿a qué nos dedicamos en ese momento de ocio en el que la vida se nos va sin dejar nada provechoso? Miramos a los que nos rodean, con las mismas caras apesadumbradas, las ojeras de todos los días y la mala onda. Nos odiamos, odiamos nuestra rutina y odiamos tener que levantarnos temprano para viajar en esa inmundicia de subte. |
Soberbia
La soberbia con la que nos encontramos día a día en el submundo es evidente. La forma en que nos miramos los unos a los otros diciendo: “Mira como yo tengo asiento y no te lo pienso dar”. Avaricia El subte es la consecuencia de algún contrato firmado por algún político avaro que le vendió su alma al diablo con el fin de poder acercarnos a él y tenernos más a mano si necesita algún alma perdida capaz de venderse por un par de millones de dólares para no volver a viajar nunca más en el repugnante subterráneo… No por lo menos hasta que muera y tenga que cumplir la condena eterna; pero para eso falta mucho… Ahora, ¿les queda alguna duda? |