Ron English: la cultura pop en su versión más oscura
¿Qué tienen en común Mickey Mouse, Gene Simmons, Marilyn Monroe, el increíble Hulk y Guernica? La reciente edición del Puma Urban Art nos lo explicó con detalle. Todo se reduce a un nombre: Ron English.
Redacción: Lucía Fortunati/Fotos: Hernán Morganti
Redacción: Lucía Fortunati/Fotos: Hernán Morganti
A lo largo del 3 y 4 de Marzo, miles de jóvenes se abalanzaron hacia el Centro Cultural Recoleta dónde pudieron disfrutar de una de las muestras más importantes de arte urbano en la ciudad. Uno de los platos fuertes de esta jornada fue la conferencia brindada por el renombrado artista estadounidense Ron English, quien nos deleitó con una hora de explicación sobre su arte. Para todos aquellos que no pudieron entrar (la capacidad de la sala se agotó rápidamente), haremos un análisis de este controversial artista, cuya vigencia hizo que los Simpsons lo incluyeran en el capítulo que se estrenó ayer en los Estados Unidos.
Mucha tinta ha corrido acerca de la relación del arte con la cultura de masas, con el consumismo acérrimo. Teóricos como Adorno o Walter Benjamin han propuesto distintas hipótesis para pensar el salto que dio el arte, que a lo largo de la historia consistió en objetos únicos realizados a mano por el autor, algo que en la actualidad ha cambiado. En el transcurso de los siglos XIX y principalmente el XX se consolidó la era de la “industria cultural” y la “reproductibilidad técnica”. El arte se integró definitivamente a la lógica del mercado. Andy Warhol fue un claro exponente de este fenómeno, figura a quien Ron English considera su “Art Dad”.
A English, lo acecha la pregunta de qué significó crecer en el auge del consumismo, rodeado de la cultura pop. Le obsesiona la infancia, y contempla con cierta nostalgia esos momentos de inocencia inicial. No es arriesgado decir que English se ve a sí mismo como un niño grandote que sólo quiere hacernos sonreír. Son recurrentes en su arte apropiaciones personales de personajes tales como el ratón Mickey, el Increíble Hulk, Charlie Brown, Godzilla, King Kong, diversos comics, Los Picapiedras o inclusive payasos. Pero a la vez es un adulto, obsesionado también por la inminencia de la muerte, la cual manifiesta a través de la fuerte presencia de calaveras a lo largo de su obra (que en muchas ocasiones se mezclan con los mismos personajes enumerados antes) o inclusive su constante revisión sobre el Guernica de Picasso. Esta tensión entre el principio y el fin, la niñez y la muerte aparece plasmada en los mismos medios en los que desarrolla su arte. Al final de cuentas, de qué hablan las fotografías de sus obras de arte efímero (de sus billboards, por ejemplo) si no es acerca de la inminencia de la finitud y la necesidad de esquivarla.
La necesidad de olvidar que lo inevitable es la muerte se transforma en uno de los motores más fuertes del orden capitalista de Occidente. Y es quizá por eso tan interesante que English utilice figuras tan fuertes del consumismo y la publicidad para realizar sus críticas. Todo lo que pueda decir, lo hace siempre consciente de que forma parte del mismo sistema al que le marca las fallas, como dijo en el Puma Urban Art “Uno puede ser muy ecologista pero también tiene que respirar”. Es por esto que realiza lo que él denomina la “popaganda”. Para realizar su mirada irónica sobre la comida chatarra, por ejemplo, coloca en el supermercado cajas de cereales intervenidas, en dónde se nos presenta un obeso Tigre Tony que no esconde que las Zucaritas son copos de grasa azucaradas. Se trata de difuminar los límites entre arte y realidad, intervención y producto, de aventurar una respuesta acerca de qué sucedería si la publicidad dijera la verdad.
La idea de que la figura publicitaria de la comida chatarra agrande sus proporciones habituales aparece también en su versión de Ronald McDonald realizada para el documental Supersize Me de Morgan Spurlock. Por si la asociación entre la obesidad y la muerte no fuera lo suficientemente clara, Ron English también se toma el trabajo de realizar un cuadro en dónde muestra mitad de este Ronald obeso y la otra mitad de su esqueleto.
En definitiva, la obra de Ron English puede sintetizarse en uno de sus personajes preferidos: “El Grin”. Se trata de una versión de Charlie Brown (personaje animado a quien todo le sale mal) que lleva una descomunal sonrisa a pesar de sus circunstancias, desde donde se puede vislumbrar su esqueleto. La cultura pop presente en la elección de un personaje clave de su infancia, la felicidad artificiosa y desmedida que genera la publicidad y la constante sombra de la muerte: damas y caballeros, de eso se trata la obra de Ron English.
Mucha tinta ha corrido acerca de la relación del arte con la cultura de masas, con el consumismo acérrimo. Teóricos como Adorno o Walter Benjamin han propuesto distintas hipótesis para pensar el salto que dio el arte, que a lo largo de la historia consistió en objetos únicos realizados a mano por el autor, algo que en la actualidad ha cambiado. En el transcurso de los siglos XIX y principalmente el XX se consolidó la era de la “industria cultural” y la “reproductibilidad técnica”. El arte se integró definitivamente a la lógica del mercado. Andy Warhol fue un claro exponente de este fenómeno, figura a quien Ron English considera su “Art Dad”.
A English, lo acecha la pregunta de qué significó crecer en el auge del consumismo, rodeado de la cultura pop. Le obsesiona la infancia, y contempla con cierta nostalgia esos momentos de inocencia inicial. No es arriesgado decir que English se ve a sí mismo como un niño grandote que sólo quiere hacernos sonreír. Son recurrentes en su arte apropiaciones personales de personajes tales como el ratón Mickey, el Increíble Hulk, Charlie Brown, Godzilla, King Kong, diversos comics, Los Picapiedras o inclusive payasos. Pero a la vez es un adulto, obsesionado también por la inminencia de la muerte, la cual manifiesta a través de la fuerte presencia de calaveras a lo largo de su obra (que en muchas ocasiones se mezclan con los mismos personajes enumerados antes) o inclusive su constante revisión sobre el Guernica de Picasso. Esta tensión entre el principio y el fin, la niñez y la muerte aparece plasmada en los mismos medios en los que desarrolla su arte. Al final de cuentas, de qué hablan las fotografías de sus obras de arte efímero (de sus billboards, por ejemplo) si no es acerca de la inminencia de la finitud y la necesidad de esquivarla.
La necesidad de olvidar que lo inevitable es la muerte se transforma en uno de los motores más fuertes del orden capitalista de Occidente. Y es quizá por eso tan interesante que English utilice figuras tan fuertes del consumismo y la publicidad para realizar sus críticas. Todo lo que pueda decir, lo hace siempre consciente de que forma parte del mismo sistema al que le marca las fallas, como dijo en el Puma Urban Art “Uno puede ser muy ecologista pero también tiene que respirar”. Es por esto que realiza lo que él denomina la “popaganda”. Para realizar su mirada irónica sobre la comida chatarra, por ejemplo, coloca en el supermercado cajas de cereales intervenidas, en dónde se nos presenta un obeso Tigre Tony que no esconde que las Zucaritas son copos de grasa azucaradas. Se trata de difuminar los límites entre arte y realidad, intervención y producto, de aventurar una respuesta acerca de qué sucedería si la publicidad dijera la verdad.
La idea de que la figura publicitaria de la comida chatarra agrande sus proporciones habituales aparece también en su versión de Ronald McDonald realizada para el documental Supersize Me de Morgan Spurlock. Por si la asociación entre la obesidad y la muerte no fuera lo suficientemente clara, Ron English también se toma el trabajo de realizar un cuadro en dónde muestra mitad de este Ronald obeso y la otra mitad de su esqueleto.
En definitiva, la obra de Ron English puede sintetizarse en uno de sus personajes preferidos: “El Grin”. Se trata de una versión de Charlie Brown (personaje animado a quien todo le sale mal) que lleva una descomunal sonrisa a pesar de sus circunstancias, desde donde se puede vislumbrar su esqueleto. La cultura pop presente en la elección de un personaje clave de su infancia, la felicidad artificiosa y desmedida que genera la publicidad y la constante sombra de la muerte: damas y caballeros, de eso se trata la obra de Ron English.